Ese era el lema de hoy, muy apropiado. Hemos vuelto al campamento base entre las 18.30 y las 19 tanto niños como mayores. Nos ha dado tiempo para ducharnos antes de cenar.
Los mayores hemos regresado muy contentos, y muy cansados. Un grupo de unos 40. Comenzamos la marcha ayer por la tarde, al contrario que otros años, que empezamos a andar por la mañana muy pronto. Se nos hizo un poco duro y no llegamos a dormir al sitio que queríamos, por lo que durmimos en un refugio anterior a la Laguna del Duque. Dormir al aire y en la montaña es una experiencia impresionante. No hizo excesivo frío, y se ven muy bien las estrellas. Las fugaces también, que es época. Para hoy cambiamos un poco el plan. Nos levantamos al amanecer (no hay cortinas ni persianas allí) y emprendimos la subida a la laguna. Llegamos allí sobre las 9.30 y después de rezar unos laudes, nos instalamos y la mayoría subimos, sin mochila, durante la mañana, por la cuerda de La Ceja para bajar a la laguna antes de comer. No llegamos tan arriba como habíamos planeado. Lástima porque desde allí hubiesemos llegado al pico más alto de la zona y hubiésemos visto desde arriba la laguna del Trampal. Algunos ya sabéis que otros no nos acabamos de creer que exista… (podéis leer la experiencia del año pasado aquí). Se nos sigue resistiendo. De todas formas, ha estado muy bien todo y estamos bastantes satisfechos (yo por lo menos).
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Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo.
Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Dios de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 1 Sam 17, 44-45
En cuanto pueda subo fotos de la marcha de los pequeños.